jueves, 4 de septiembre de 2014

LA IDEA DEL CAMBIO

Hace 10 años, me hice la pregunta..."¿Qué será de mí de acá a 10 años?" (cuando me hice esa pregunta, salía de una habitación de hotel), desde luego no hubiese imaginado la respuesta o si quiera atinado, no hubiese imaginado siquiera el interín.
He llegado a mis 34 años ya muy cansada, ya viví casi todo, ya pasé por casi todo, tuve muchas experiencias, y quizás es hora de buscar la calma, de hacer pausas, de volver a buscar mi fe.
Como ya saben algunos, antes de empezar este bolondrón de vida, antes del viaje, yo tenía otra vida: heterosexualmente normal, sierva de Dios y con una vida totalmente en orden.

Lo de "heterosexualmente normal", no era algo tan "normal" porque era algo así como autoimpuesto, por represión, pero, después de todos estos años, de tanto golpe, la vida te da tantas lecciones que sabes qué cosas no debiste dejar nunca y de las metidas de pata, se sacaron las mejores de las enseñanzas.

Me aburre eso de juerguear hasta la mañana del día siguiente, eso ya no es para mí; he dejado de fumar voluntariamente, es más, me fastidia el humo del cigarro. Si bebo algo es entre amigos muy íntimos o familia y no me imagino ya, ruleteando noche tras noche, de bar en bar, o de reunión en reunión, porque hay ciertas cosas que ya pasaron su etapa, es más, mi última fiesta, fue una fiesta infantil en la que estuve muy contenta hasta las 9pm. en que volví a casa.

Quise hace cambios hace un año, empecé un plan de dieta y comida saludable, me inscribí en un gimnasio cercano a mi casa y cambie mi cuerpo, he bajado de peso y aun estoy a mitad de camino; por fin el tema del cigarrillo lo he superado en un 98%, no bebo tanto (aunque algunos se hayan formado la idea que si), y empiezo a cambiar ciertos hábitos, que me dan resultados más que positivos, pero...algo estaba faltando aun.

Hace tres domingos atrás, tomé prestada la biblia de mi mamá, me dí un duchaso muy temprano, me vestí y me fuí a una iglesia a escuchar un servicio, no había pisado una iglesia hacía casi 14 años años, y aunque me sentí extraña, nerviosa y hasta ansiosa, había olvidado la paz que se siente al salir, estaba recordando aquello tan importante de lo que nunca me debí apartar,  supe que Dios aun estaba ahí. Llegué como el hijo pródigo, y que a pesar de los daños de los sucesos anteriores, supe que es Dios quien puede llevar mis cargas y a pesar de lo lindo que me sentí, esa hora y media, era una lucha, entre el saber todo lo mal que hice en mi pasado y esa conciencia que te acusa y lo que sabes que Dios realmente puede ver en el corazón de uno. Eso es difícil, porque Dios te perdona, pero es más difícil puede ser encontrar el perdón de uno mismo.

La hija ha vuelto a casa de su Padre, y estoy en camino a ser feliz.

PD.: Eso no quiere decir que dejaré de contar las cosas que he vivido, es bueno sacar todo eso.