Y si...había decidido dejar de viajar, me volvería mortal, tomé mis maletas y mis pretensiones, y decidí regresar a mi país, esta vez no de vacaciones, esta vez era para quedarme.
Volvía una mujer distinta a la muchachita que se fue, ahora con algo de experiencia, con alguito de mundo, con la sabiduría que te puede otorgar el buen amor y la convivencia, el trabajo importante, las extensas agendas sociales, el mar de gente a la cual conocí, los protocolos asimilados, era una mujer aun jovencísima, pero había sabido aprovechar día a día de todos esos años fuera. Mi familia solo saben que me fuí, que me ausenté, pero hasta la fecha, ninguno tiene ni la más remota idea de todo lo que hice, a todos los que conocía, con las que me acosté...no saben nada, y por más confianza que les tenga a uno que otro...es mejor así.
El aire, el ambiente en sí, eran tan entrañables, que era como si a pesar de estar en el avión, tu nariz y tu cuerpo saben reconocer la proximidad de tu tierra, todo se iba haciendo familiar, y contaba las horas y minutos para salir corriendo de avión y por fin decir "volví a casa", pero no era un regreso normal, era un regreso nostálgico, porque había vivido tanto, me había llenado el corazón de tantos amores, todo eso me removía por dentro y por extraño y contradictorio que parezca, empecé extrañar lo que estaba dejando; extrañé a quienes me amaron tanto, pero tanto, que me dejaron partir; que aun muy a su pesar y de su propio amor...me dejaron libre, contra mi voluntad. La emoción de llegar a casa, se veía empañada por esa tristeza.
"¿Qué sería de mi sin la playa de Gesell?, los cafés con medialunas que tomaba en el Tortoni, ¿y el Chiquilín de Bachín?...¿y el paseo por el muelle de la mano de Julieta o las caminatas por Rivadavia o La Costanera con Lidia?...la insufrible falda verde de Julieta, el olor a cigarrillo de Lidia, la nostalgia que me producían ambas...pero de todas, Buenos Aires...ahí se me quedó una parte del corazón, otro pedazo, en el regazo de Julieta, eso quería decir, que yo nunca volvería ser la misma, al menos, era totalmente distinta a la muchachita que se fue, insisto.
En la radio del asiento del avión había una emisora de tangos...y justo aparece "VUELVO AL SUR" y "ADIOS NONINO", no soporté las lágrimas y extrañé amargamente a Lidia, y recordé con amor a Julieta...¿cómo disimular tanta tristeza cuando baje del avión?, si se supone que debería estar treméndamente feliz. Algo se me ocurriría en el camino. Mi avión venía procedente de San José (Costa Rica), esa fue mi última travesía importante encomendada por el gobierno, venía a Lima a presentar formalmente mi renuncia por escrito, porque esta vez requerían que dejara aquello que me apasionaba, para meterme al 100% en el mero ejercicio de la política, en actos protocolares, en cosas más de gente grande, de gente poco feliz, que quizás con los bolsillos más llenos, pero definitivamente poco feliz y yo creo que merecía hacer algo que me hiciera feliz, aunque eso signifique empezar nuevamente.
En el aeropuerto estaban mi mamá y una tía que traía auto, las abracé enternecidamente y sin más, hice la pregunta..."¿qué hay de comer en casa?", ambas se rieron, y ayudándome a subir mis maletas al auto...por fin retornaba a mi casa. Al llegar, mi mamá había cocinado mi comida favorita "frejol con seco de carnero y chicha morada", comí, charlé un rato, recibí la bienvenida de mi familia y me fuí a dormir...lo necesitaba urgente y el reencuentro con mi vieja cama fue magistral, por las siguientes 12 horas.
Que rara me sentía!, es como si estuviese de visita, y que no estaba en casa, en verdad la sensación esos primero días eran tan extraños!, porque si bien es cierto, no se me quedaron los acentos, se me quedaron las costumbres, la forma de como llamar a las cosas, y me resultó difícil "re-peruanizarme", porque por ejemplo, a la mantequilla le decía "manteca", las groserías me salían "argentinizadamente españolas", es más...yo antes no decía groserías, y hasta el día de hoy...leo en "argentino", esa vocesita que uno usa para leer mentalmente...a mi me sale con acento totalmente argentino...un quilombo che!.
Extrañaba el olor de Lidia y sin darme cuenta, compré por cuenta propia mi primera caja de cigarrillos, para recordarla, para tenerla cerca, aunque sea de esa forma...y ese vicio no me lo pude quitar nunca más.
Extrañaba el olor de Lidia y sin darme cuenta, compré por cuenta propia mi primera caja de cigarrillos, para recordarla, para tenerla cerca, aunque sea de esa forma...y ese vicio no me lo pude quitar nunca más.
La ciudad había cambiado también, en verdad me costó adaptarme nuevamente a mi nuevo ambiente, pero si o si tenía que hacerlo y en verdad no fue fácil.
Llegaban las 6:30 pm. y subía a la azotea del edificio, subía a ver el avión que salía rumbo a Buenos Aires, lo veía pasar y los ojos se me llenaban de lágrimas, y ese nudo en la garganta, me cortaba la respiración, como si llevases en medio del pecho una bolsa con peso, pero tenía que hacerme a la idea que fue la mejor decisión que pude tomar, era momento de hacer lo lógicamente correcto a partir de ahí.
Para iniciar mi reincorporación a lo que sería mi vida en adelante, me reinscribí para terminar unos cursos pendientes de la universidad y graduarme porque aun no lo había echo, y llevar la continuación de la segunda carrera que inicié en Barcelona, tenía que convalidar otra serie de cursos, que al final, terminé haciendo la carrera nuevamente bajo la currícula nacional.
Ya estaba aquí, mi vida volvía a empezar, había dejado una historia fascinante atrás, había dejado mucho, pero sabía que eso no duraría para siempre, asi que, intenté tirarme la tristeza para la espalda, enjugarme las lágrimas, y emprender mi verdadera vida...ahí vamos.