martes, 15 de julio de 2014

EL BAR


Para cuando volví a Lima y decidí hacer una vida nueva (otra vez), como les conté, me inscribí en una serie de cursos para terminar  lo de la maestría. Por esos años, conocí a Estela, con quien casi casi enseguida nos hicimos buenas amigas, además de darnos cuenta que vivíamos a solo cinco cuadras la una de la otra. A este menudo par, le sumamos otros integrantes indispensables...Marcelo y Fredy, y este grupete de cuatro hicimos tan buen grupo que fuimos complices de demasiadas cosas, y es poco decir ahora, que las historia con estos otros tres, son impresionantes, inverosímiles y "carcajeantemente" fabulosas y que podría darme el lujo también de decir, que fue una de las etapas más locas y bizarras de mi vida.

Por si no se dieron cuenta, cuando me fuí de aquí, me fuí muy chica, jovencita, y aun peor...evangélica, no conocía nada del "mundanal", aquello lo empecé a conocer afuera, me hice adulta afuera, de una manera quizás bastante calmada, fue a voluntad mía y con mi pleno consentimiento, conocía varias cosas que hasta ese momento no supe; raro no?, tuve tanto tiempo para hacer de mi vida una perdición absoluta, sin embargo...fuí una chica tranquila dentro de lo que cabe, pero si descubrí, en toda su plenitud, el amor, la convivencia, la madurez del vivir solo y del sexo...de eso lo aprendí de sobra.


A resumidas cuentas, conocí a este grupo, Fredy el más tranquilo de todos, era algo así como un "catalizador", pastelero-panadero de profesión y me atrevería a decir que de sus manos he comido los eclairs, profiteroles y croissants más ricos que he comido en todo el mundo!. Luego estaba...Marcelo: era pícaro, malevo, jocoso, con una perspicacia inteligente, tan vivaracho el enano hijo de puta (de cariño!), que esa picardía se hacía única, una verborrea rápida, astuto y hasta podría decir...casi casi se le olvidaban los escrúpulos (a veces).  Estela se volvió mi mejor amiga, hasta el día de hoy, y la quiero de la forma en que solo se le puede querer a una hermana, así la quise y así la quiero aun; pero no se, cualquier cosa...cualquiera!, siempre éramos los cuatro, para todo, siempre juntos.  

Sería hacer poca justicia a la historia de los cuatro, si no hablase de un lugar en particular, del bar, de NUESTRO BAR, no porque sea nuestro nuestro, sino porque lo hicimos nuestro, porque cada uno, de manera particular y en conjunto, vivimos las cosas más importantes de nuestras vidas, y son tan importantes que son cosas que te marcan, que te quedan en la memoria, para siempre. Este lugar queda en Barranco, y eran tres locales iguales, pero siempre preferimos el principal, el más grande, y un día, de conversación en conversación, trago va, trago viene...resulta que los tres, a excepción de Fredy, íbamos al mismo bar, y siempre por lo mismo: por la música, por el ambiente, y por el amor, era el lugar perfecto para el amor y los buenos amigos. 


De eso, estamos hablando del año 2002 si no me equivoco, y que, aunque para mí era nuevo, me parecía tan increíble, tan maravilloso y tan mágico que existiese un lugar así, con la onda, con el olor a misterio y la trova, que he amado desde que nací...era mi lugar encantado, ES mi lugar encantado, y resultó que tanto para Estela como para Marcelo, también lo eran.

Primer detalle a notar...las antigüedades con las que está decorado el local, la cabina de teléfono inglesa (esa cabina estaba en el local más grande), teléfonos antiguos y ángeles, estaba rodeado de ángeles; vivía enamorada del lugar y hasta nos obsesionamos por la canchita con ajo y orégano que ponen en la mesa a penas llegas; y casi siempre...los cuatro, sentados en una mesa del ambiente del fondo, y tanta era la risa, que esas horas, nosotros cuatro y el bar eran nuestro único universo existente, lo único que importaba, nuestros dramas, crisis, o demonios, quedaban fuera por unas horas.

Estela iba con sus antiguas amigas de universidad, y creo que ahí le presentaron al novio, a uno al cual ella amó mucho, quizás al que más amó y la música y todo, crearon su clima especial, formaron una nebulosa mística para eso...para cultivar amor, tanto con el novio, como con los amigos. Ella se volvió una casi asidua concurrente uno que otro fin de semana.  La historia de Marcelo era similar, era un muchacho con tantas cosas en la cabeza, que este lugar le servía como escape, pero además, y a pesar de que este "pendejerete" tenía novia, llevaba a todas las chicas a las que quería tranzarse, hacerse el galán y listo...aprovechaba la oportunidad que viniese y casi  siempre, lograba su objetivo, y en alguna oportunidad casi casi Estela, se volvería una de las nuevas víctimas, pero ella es lo suficientemente inteligente como para frenarle los planes al "Don Juan Petiso" (por su altura jamás iba a destacar).

Y yo...yo vivía enamorada del lugar, que aunque iba siempre con ellos, y por ahí llevé también a una que otra chica (con todas las intensiones posibles), nunca dejé de sentarme en la misma mesa, al menos si estaba desocupada, intentaba hacerlo. Y soy tan predecible, que algún mesero de turno que ya me conocía, sabía lo que iba a pedir: PISCO SOUR DOBLE con poco dulce (no me gustan los licores muy dulces), y tomaba uno, dos...cinco, siete (una vez hice esa payasada), y ya lo suficientemente ebria, llamaba un taxi y me iba a casa, después de haber cantado toda la velada "19 DÍAS Y 500 NOCHES".

¿Mencioné que todos los días y en casi toda la noche hay música en vivo?????, y recordarán mi enorme fascinación por la guitarra y por Silvio, pues encontré en este bar algo así como una "capilla", donde la música me lleva a sentimiento sacrosanto de la emoción (y no es por la mera semi borrachera), que al escuchar cantar a los trovadores que llegan  durante toda la velada, soy yo misma. Y siempre pido la misma canción, todas son preciosas, pero siempre pido la misma..."QUIEN FUERA" de Silvio, que hasta la fecha, puedo decir que es MI CANCIÓN.

Y así pasaron los años, y en el 2009, fuí con Claudia, la llevé ahí para nuestra primera cita; habré ido unas dos veces más con ella (ya ni recuerdo), y nuevamente con Estela y con el que ahora es su esposo, fuí con Carolina, la chica de la que hablé en el post anterior, con algunas amigas más, inclusive, hasta en dos oportunidades, fuí sola: una porque en verdad necesitaba estar sola, y la otra...porque me habían dejado sola; esos días asi como siempre, pedí la respectiva tanda indiscriminada de pisco sours, pedí mi bendita canción...salí, encendía mil cigarrillos, caminé por Pedro de Osma y Av. San Martín con los ojos llenos de lágrimas al compás de las bocanadas de humo y la fuerte lluvia.

Años antes, Marcelo nos contó que iba a casarse por fin, y que llevó a Cecilia, su novia, a nuestro bar y le pidió matrimonio, lamentablemente los ángeles no estuvieron de acuerdo, y para cuando Cecilia viajó a Miami a comprar su ajuar de novia, ella con su miradita pequeña, terminó tendida en una vía , atropellada por un desconocido y que no suficiente con eso, la levantó, y la escondió en un matorral para que no pidiera ayuda. Marcelo tuvo que ir a reconocer el cuerpo una semana después...y a su regreso, los cuatro amigos de siempre, nos reunimos en el mismo bar, sin decir nada más que el silencio de la compañía. 

Años después, los cuatro volvimos, habíamos dejado de vernos, cada uno tomó su rumbo, y nos alejamos por cuestiones de trabajo; Estela organizo nuestros horarios y por fin...coincidimos, y para cuando llegamos, la novia que yo tenía en aquel entonces...estaba en una de las mesas, cariñosa con la que era su ex, ese día fue para recordarlo en otro post.

Son demasiadas historias las que encierra este bar, para mi, para nosotros, para muchos,  es más que un bar, es un lugar de sucesos, de cosas muy emocionales y es que el ambiente forma el marco perfecto. Hace un tiempo no voy y no porque no quiera, ya no quiero ir sola, pero no tengo con quien ir, y si no salgo a muchos lados también es por eso...y mis viejos amigos, los cuatro de siempre, estamos más lejos que nunca, porque cada uno tomó un país de residencia distinto; sin embargo, estoy procurando tener amigos nuevos para compartir mi mesa y mi canchita.

Te das una vueltita conmigo?