martes, 17 de junio de 2014

ADOLESCENTE DE SECUNDARIA (Parte 2)

Y por fin, después de haber temido tanto ese día, el fucking día llegó, nuevamente pasaría a ser "la nueva", y en esta vez en un colegio estatal, donde había toda clase de chicas, de esas atrevidas, achoradas, medio salvajes...ya estaba dentro, "ya me jodí".

Entré por la puerta principal que da a la Av. Mariategui en Jesús María, y como siempre, bien uniformadita, zapatos lustrados, uniforme impecable, la insignia bien colocada y con todo en su lugar, y es que al ver el lugar, era antiguo, todo se veía antiguo, era una mezcla de ladrillo, madera, algunos salones dicen que eran de adobe, rejas en las ventanas y eran para que las chicas no se escapen, era casi casi una correccional de mujeres, una y otra vez, me decía a mi misma..."te jodiste".

Mientras que en el antiguo colegio, en la puerta estaban dos vendedores de golosinas importadas y las lindas movilidades escolares, en este colegio nuevo, habían vendedores de papas rellenas, chanfainita en platito descartable y de "siete colores", insignias falsificadas, y un patrullero de policía para evitar disturbios, inclusive hubo una que levantando la mano en alto, le pasó la voz a uno de los oficiales "Jefeeeee, mire que estoy entrando al coleeee", tantas veces que la habían tenido que traer casi a rastras al colegio de las tantísimas veces que se escapó o se agarró a golpes con las de otro colegio nacional...-" ¿a qué pocilga me ha mandado mi mamá????...estoy reee jodida!"-.

Tenía que ubicar mi salón, era la sección 23...¿23?, si...23, habían 23 secciones de un mismo grado, por eso el colegio era tan enorme, en el turno de la mañana eran 12 secciones y en la tarde las 11 restantes. Entré al salón y era en efecto, antiguo, las carpetas de madera media picada, pero pintaditas de azul, el piso de cemento rojo pulido, la pizarra era un trozo de pared pintado de negro, y las ventanas, como había dicho antes, totalmente protegidas con mallas para evitar que la gente se escape. Iban llegando las que a partir de ese día serían mis compañeras de clases, habían varias que se saludaban con familiaridad, pero era raro, a pesar de ser un colegio tan...recio, por llamarlo así, no me sentía tan jodida, estaba sentada en la segunda fila de la derecha y sonó el estruendoso timbre, era la hora de la formación en el patio central (por ser lunes, e inicio de clases).

En la fila yo era la última, era la más alta y me daba oportunidad de ver a casi todas las que serían mis compañeras, muchas con pinta tan distinta a las chicas del anterior colegio, chicas distintas, tanto de caracter, de condición social, de vivencias...ellas en sí eran distintas. Había una chica en silla de ruedas inclusive, que una de las chicas se encargaba de acompañar, por eso era que nuestro salón quedaba en el primer piso. Terminada la formación volvimos al cuchitril de salón (eso era un reclusorio, no un salón), y llegó la auxiliar, una señora bastante mayor, ella sería algo así como nuestra tutora, nos dio las indicaciones, y siempre se mostró amable, pero recta, y al solo silbato, inspiraba respeto, pero se le sentía una persona muy cálida...definitivamente, ya no estaba tan jodida.

Nuestra primera clase no la recuerdo con exactitud, en realidad no la recuerdo nada, pero a la hora que volvió a tocar el timbre, y que daba inicio al recreo, fuí por primera vez al baño....de terror. El anterior colegio tenía baños con mayólicas impecables, siempre desinfectadas, limpio hasta los tachos, y los baños de  este colegio eran casi como los baños del Estadio Nacional...el antiguo, con un olor a kreso y orines (por ahí una que otra sorpresa flotante en uno o dos), no habían tachos, asi que los papeles higiénicos estaban en el piso, no había agua en algunos, si te tocaba ese baño, tenías que cargar tu baldecito de agua, y como siempre...las benditas mallas que aseguraban las ventanas (porque hasta por ahí se escapaban).

No podía estar más horrorizada ya...error, los kioskos, eso coronó la tarde: gaseosa en bolsita con sorbete, pan con fotocopia de hamburguesa de cartón y cremas con colores altamente radiactivos, salchipapas de dudosa calidad higiénica y cosas que hasta la fecha nunca quise siquiera probarlas.

Ok...terminó el primer día. No hablé con nadie, salvo dos o tres palabras en la formación; en mi salón éramos en ese momento cerca de 40 alumnas, de todas, como dije antes, éramos ocho chicas nuevas...creo. Pero de algo si estaba segura, esta era ya una realidad para mí, quiera o no, las cosas no iban a cambiar y tenía esta vez que adaptarme, si en el anterior colegio no logré hacerlo, esta jungla era otra cosa, sino me avivo, me comen viva, y se repetiría en enormes proporciones, lo que sucedió en el colegio anterior, al menos eso creía.

En fin, para el segundo día de clases, nuevamente me senté en el mismo lugar, y tomé la iniciativa de conversar con la chica de mi costado, quien resultaba que también era nueva, y sin pensarlo, las dos chicas de atrás también empezaron a conversar con nosotras, quien iba pensar que al paso de los años, ese grupito de cuatro seríamos totalmente inseparables.
Sin siquiera darme cuenta, para cuando terminó la semana, ya conocía a las chicas del salón, para cuando terminó el primer bimestre, bromeaba con todas por igual, y estaba ya tan adaptada, que lo que me horrorizó el primer día, no me afectaba casi, salvo el tema del baño eso si me jodía, pero la dirección se encargó de mejorar en algo el servicio.
Las clases, a pesar de ser un colegio estatal, eran muy buenas, mis calificaciones eran  buenas también, me volví afanosa con las tareas, con los resúmenes, y tenía una preferencia notable por los cursos de Historia, Literatura, Física y Geopolítica, inclusive eso influencio totalmente en mi forma de dictar clases hoy en día.
Como había dicho en el post anterior, dejé oficialmente el catolicismo, y empecé a congregarme en un iglesia Evangélica, por lo cual, me exoneraron de llevar el curso de religión, y respetaban totalmente mi libertad de pensamiento.

De las 40 que empezamos nos redujeron a 33, las iban cambiando a otros salones, porque algo que me agradó, es que al ser un colegio del estado, te anexaban cursos de una carrera técnica, es decir, que al finalizar la secundaria, y rendir algunos exámenes más, tenías ya la opción de salir con un cartón de educación técnica, y la especialidad que eligieron para mí, fue CONTABILIDAD, que aunque no me gustaba mucho, mis notas eran bastante buenas también.

Era la primera vez, que tenía profesores que incentivaban al alumno, y que en realidad me gustaba ir al colegio. Me cuenta mi mamá, que en algún momento, cuando iba a alguna reunión de padres y me veía a lo lejos con mi amigas cuando estábamos en el recreo, me dijo que me veía realmente feliz, y ella también lo era  (cuando me dijo eso, casi lloro).

Y es que, a pesar de ser tan distintas, me encontré con un conjunto de chicas, que dentro de sus escaseces de toda índole, eran chicas sumamente nobles, y que me iban enseñando el verdadero valor de las cosas, de la vida,  de los amigos y de los padres.
Había una de ellas, sé que habían más, que en las mañanas, le ayudaba a su mamá en su puesto de mercado; otra, que vivía el peligroso Cerro El Pino, cargaba agua todas las mañanas para que sus hermanitos tengan para el día y dejaba cocinando para todos; otra de ellas, vendía golosinitas dentro del salón, para poder costear las fotocopias de algunos cursos; me encontré con una realidad totalmente distinta a lo que yo tenía en mi mente cuando llegué, si bien es cierto eran chicas terribles en teoría, también lo compensaban en nobleza y su sinceridad era única.

De todos los salones, el mío destacaba porque en sí, todas nos llevábamos muy bien, desde la medio monse, hasta la que se creía la "faite", la viva...la palomilla, que no era otra cosa que una que sabía eructar su nombre completo y el abecedario, para alguien que recién llega rozaría con lo asqueroso y si, era excesivamente asqueroso, pero al final...eran mocosas. Y cuando teníamos que reunir fondos para el viaje de promoción...por primera vez en mi vida, fuí a una pollada, o al menos comí una, porque nunca me quedaba, porque los lugares eran bastante lejos de mi casa.

Sin darme cuenta, deje de ser el hongo, era "parte de..".y el ser "parte de...", tenía otra personalidad, me había transformado en una adolescente muy segura de mi misma, fuerte, ahora ya tenía "calle", nadie podía agarrarme de "lorna", y  con el pasar de los años, con todas ellas, aprendí a valorar mucho a la gente por su nobleza, antes que por su condición o en el colegio que estudiara o cual quier otra sonsera.

Habían chicas de todo tipo, con toda clase de personalidades y aprendí a lidiar con todas (salvo con una, con la que una vez casi me voy a los golpes) y las calificaciones de algunas eran ligeramente malas, y aprendí con ellas a tener paciencia, a ser tolerante y en varias ocasiones, tuve que hacerla de maestra, pero el objetivo era que todo el salón pasara los cursos y nadie se quedara en el camino.
Corina, Karen y Karina ayudaban con matemática y geometría; yo ayudaba con Literatura, Historia y Física; Vanessa les ayudaba con el inglés y Yessi y Norma, nos daban ayuda en Contabilidad (ese puto Plan Contable era una vaina), y recuerdo que para el último año, en que quizás llegamos a ser todas grandes amigas, estudiábamos casi todo el salón...juntas.

Recuerdo un día...peculiar:
Al fondo del colegio, que era algo así como un descampado, donde estaban unos buses abandonados, una gata callejera se había metido por ahí y había parido cinco gatitos, nosotras les llevábamos comida y como era lógico, los gatitos empezaron a crecer, pasados unos tres meses, los gatitos, uno por uno empezaron a desaparecer, y un día a la salida de clases, una de las chicas del salón, tenía algo moviéndose en la mochila...:
SOLE: Oye...qué caracho llevas ahí que está que se contorsiona ah?
DAYANA: Nada causa!, es un perrito que me he encontrado y se lo voy a llevar a mi hermanita...
KAREN: Perrito???...a ver

Entre ella y Fanny, abrieron su mochila y se estaba llevando al último de los gatitos...ella se comía a los gatos, porque no había nada que comer en su casa.

Si hasta fuí Policía Escolar!...y hasta me resultaba divertido eso de tener alguito de poder extra. Pasaron los años, casi sin darnos cuenta, nos arrancábamos los tirantes de la falda el último día de clases, y si...yo era otra persona, con 33 amigas nuevas, tomaba como si nada mi gaseosa en bolsita, y llegué a comer la famosa hamburguesa de cartón, pero solo con ají (ni loca para comer otras vainas), me enseñaron a cantar las canciones de cantina, y por primera vez, tomé licor de a luca mezclado con jugo en polvo en un paseo que organizó un profesor...era una más, sin la grosería ni los eructos.

No podría resumir todo lo que viví en este colegio, solo podría decir que vi la otra cara de la realidad de las cosas y de la gente, es por eso, que cuando veo ahora, que alguien, con alguito más que estudios que otro, ningunea al que no tuvo la oportunidad de sobre salir...es como si se metiera conmigo, eso realmente me enoja, porque vi el esfuerzo de mucha gente, que aunque sin mucho en los bolsillos o en la cabecita, pero tenían el corazón rebosante de nobleza y eso, es lo que al final vale la pena conservar.

Pasaron los años, y ya de adultas, tengo contacto con dos o tres del primer colegio, gente agradable, pero con este último colegio, a la "pocilga" como yo le llamé en un inicio...tengo contacto con absolutamente todas, y nos vemos cada cierto tiempo; todas cambiaron, estudiaron las que pudieron, otras se dedicaron a trabajar, otras emigraron, pero todas, son especiales para mí.



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