martes, 17 de junio de 2014

ADOLESCENTE DE SECUNDARIA (Parte 1)


Todo en lo que respecta a mi vida ha estado caracterizada por los cambios: cambios de humor, cambios de amor, cambios de casa, cambios de credo, cambio de amigos, cambio de barrio, de colegios y de circunstancias en general. Y quizás la etapa más complicada en cuanto a cambios se refiere es justamente la adolescencia, porque hay cosas que así no más uno no asimila tan fácilmente, cosas de tu "yo interior", en que desarrollas tu propia opinión de las cosas, en que descubres cosas que te eran ajenas, el amor, los afectos, el cuerpo...cosas que antes no habían, de pronto, pum!!..aparecen (de golpe te aparecen las tetas) y a mi al menos, me resultaron sumamente incómodos, ese tema de esos días del mes, de caderas, no se, era un adaptarse a si mismo y al entorno en sí lo que quizás se hace complicado, casi todo.

Mi adolescencia particularmente fue complicada, y explico mis "por qués".

Para empezar, cuando tenía 11 años aun vivía con mi abuela y mis tíos, mi mamá y mi papá ya estaba separados para ese entonces, a decir verdad, no los recuerdo viviendo juntos; mi viejo no era de esos padres constantes, iba y desaparecía con facilidad, supo desaparecerse hasta 5 años inclusive y regresar como si nada hubiese pasado; justamente él fue uno de los grandes ausentes en esa etapa, mi mamá trabajaba para una corporación enorme y casi nunca estaba en casa, solo la veía un ratito en las noches, y los fines de semana y la mayoría de veces, no estaba de muy buen humor que digamos.

Nosotros vivíamos en una casa inmensa, bah!...cualquier niño de 5 a 10 años ve cualquier casa como inmensa, pero esta si era grande, con techos altos, una casona media antigua, pero bien conservadita, entre el límite de Pueblo Libre con Breña, y tenía amigos, y el colegio pequeñito al que iba, estaba justamente a la vuelta de la manzana de mi casa, casi todos los niños de la zona estábamos ahí, e inclusive nuestros padres eran muy amigos, lo malo, es que este colegio, solo tenía primaria.

Vino el primer cambio, mis tíos se iban casando y se iban mudando a sus nuevas casas, mi abuela también se mudaría a su nueva casa con mi abuelo y mi único tío soltero, yo, por primera vez, iba a vivir sola con mi mamá y dicho sea de paso, nos mudamos también; dejé mi barrio, a mis amigos, mi colegio, y como dije antes...me aparecieron tetas.

Y de vivir en esa casa inmensa a vivir luego en un departamento pequeñito, en una zona que a decir verdad no era fea, era tranquila, con jardines, pero que igual, nunca la sentí como mi casa. Ahora tenía vecinos de piso, y ya asomaba otro lío más, empezaba la secundaria y me inscribirían en un colegio nuevo, en un colegio grande, de monjas y con demasiada gente extraña, esta vez pasaría por el trance de ser "la nueva".

Y si, era un colegio de monjas Carmelitas, grande, visualmente cómodo, era trillones de veces más  grande que mi colegio pequeñito de mi antiguo barrio, impecable, con biblioteca, auditorio con audiovisuales, un laboratorio de química, uno de computación, otro de mecanografía (en esa época era obligatorio), salones de arte, dos patios, tenía su propia capilla, tenía mil cosas, los baños impecables, todo era impecable, y había mucha gente, muchas chicas y era primera vez que experimentaba la intimidación en su expresión máxima, me sentí una especie de hongo perdido en el espacio...me sentí así hasta el día en que me fuí. 

Creo que no podría expresar con palabras lo mal que me sentía todos los días en el colegio este, no recuerdo tener un grupo de amigas fijas, porque como eran 2 secciones por año, año a año te cambian de salón y por norma del colegio, a todas nos cambiaban de salón a cada rato, quizás andaba con 2 o 3 y para cuando ya iba haciendo vínculos de amistad, nos cambiaban de salón, nunca me pude de dejar de sentir siempre como "la nueva". No era un ambiente expresamente hostil, pero eran grupos bastante cerrados de amigas y siempre habían varias con caca en la cabeza, que "pisaban huevos" y pensaban que el único universo válido, eran ellas y su grupete de amigas, estaban "las deportistas", que estaban metidas de lleno en las competencias interescolares de Lima, estaban las que se alucinaban lindas (pero tenían una cara de correr), y las "fresas", las otras eran neutrales pero siempre se aproximaban más a un grupo u otro. 

Los profesores eran otro tema, y que yo, ahora que soy maestra, yo...particularmente, si el colegio fuese mío...los hubiese botado de una patada en el culo a casi todos, porque su conocimiento de pedagogía era nulo o por último, no tenían la menor idea de cómo incentivar a un jovencito en esa edad complicada.

Maruja...la Jefa de Normas, la Monja principal Ana María, las otras hijas de puta de la psicóloga y otras más que ni valen la pena mencionar, hacían de mi día a día otro tormento y así pude sobrevivir a duras penas hasta que llegó el año complicado, mi año jodido.

A este tormento le tendría que sumar las cosas que se daban en casa, quizás por primera vez en mi vida, ahora, en este blog, puedo afirmar algo, mi papá me hizo demasiada falta y lo extrañaba, extrañaba al que nunca estuvo y al que solo asomaba la cabeza cada cierta cantidad de meses o años; aparecía, se llevaba mas o menos bien con mi mamá, e intentaba quizás "regresar", pero mi mamá sabía que no era una, quizás eran dos o tres las mujeres con las que él andaba, y para cuando mi mamá casi casi le creyó el cuento, de la manera más tosca, me dijeron que mi papá, ahora, tenía una nueva familia y que yo tenía nuevos hermanos...¿cómo procesar eso a los 13 años?...¿cómo ver ahora esa remota posibilidad de poder tener una familia completa?...y ese tumulto de preguntas eran a diario.

Mi cabeza empezaba a tener cargas, emocionalmente eran cargas complejas y más aun porque había algo más...cuando veía a una chica me sentía "rara", esa sensación en realidad la tenía desde que tenía uso de razón, desde el nido y al estar en un colegio de mujeres, solo tenía ojos para una...Peggy, ¿Y ahora?...¿qué carajos hago?.

Ese último año era muy complejo, mis notas  bajaron muchísimo, emocionalmente estaba muy conflictuada, todo mi panorama era lío por donde lo viese, y al estar además en un colegio religioso, la misma religión empecé a cuestionarla, y conocí a gente que al no ser católica, me confrontaron con mi catolicismo "palomilla" y me iba dando cuenta, que mi conocimiento de Dios no era lo que yo pensaba que era, entonces...asomaba otra revolución y no se me ocurrió mejor idea que hacer preguntas a las mismas monjas (mala idea).

Leía versículo por versículo, e iba desbaratando argumentos, doctrinas, dogmas católicas, entonces...¿qué clase de Dios me están presentando en el colegio?, y nuevamente tuve la mala idea de hacer esa misma pregunta a la Hermana Catalina, algo así como la monja favorita de la directora, y como era de esperarse...me mandó llamar.

Todo estaba revuelto, todo se había tornado un cáos, todo estaba muy agitado, mi casa, mi familia, mis estudios, mi corazón, mi relación con Dios, -¿qué hago ahora conmigo? , ¿quién soy yo ahora?-...a ninguna de estas había una respuesta clara. 

Para resumir, tuve las agallas o el exceso de "achoramiento", para que en  una de las citas a las que me mandó llamar la directora para discutir mis cuestionamientos de la iglesia católica, coroné su desesperación, cuando le dije tal discurso"...discúlpeme, pero aquí entre usted y yo, sabemos que la virgen no fue virgen más y tuvo más hijos e hizo su vida como cualquier mujer casada, teniendo sexo como cualquiera,  miré este versículo (le mostré uno que no recuerdo ahorita)  ó cuando le dije "...ha visto este versículo?...ahí está, léalo...dice «no te harás imagen de lo que hay en cielo, o en la tierra o debajo de la tierra», entonces? por qué están pasando lo de los huesos de Francisco Palau? por qué tanto laberinto con el mantito de Santa Teresa o hacen tanto lío con un yeso que no vé, no huele, no siente...mire, acá está el versículo que lo dice...", definitivamente...colmé su paciencia y como era lógico, el último día de clases, me comunicaron que había quedado expulsada del colegio para no volver a ser aceptada otro año más.

La respuesta a mis preguntas nunca fueron resueltas, me salían con cosas del concilio de Trento y todas esas vainas echas por un grupo de curitas que se les dió la gana de ocurrírsele imposiciones que bíblicamente no estaban etc .etc...eso y aprovechando que mi rendimiento en matemáticas no era muy bueno, listo...me dijeron "lárgate de aquí". ¿Y la chica que me gustaba?...cometí el error de confesárselo y por obvias razones, no quiso volver a saber de mi nunca más, inclusive sus papás me amenazaron. Y ese último día...
-¿cómo le iba a explicar a mi mamá que me habían expulsado del colegio?-...recién me armé de valor tres días después.

La decepción de mi mamá fue demasiado evidente, por mí, por el colegio, que hasta se fue al Consejo Episcopal, el Ministerio de Educación y varias instituciones a apelar la decisión del colegio, inclusive me hicieron rendir exámenes nuevos en enero de varios cursos y al ver que los aprobé todos, inclusive el de religión...obligaron al colegio a recibirme nuevamente para la matrícula del año siguiente, quieran o no, era una orden de las instituciones superiores, y por primera vez en mi vida, fuí sincera con mi mamá y yo que era de nunca pedir nada, y siempre quedarme callada, esta vez le dije..."mamá, por favor, cámbiame de colegio, no quiero seguir ahí, por favor, no quiero". Oficialmente, a partir de ese año, dejé de profesar la religión católica, y nunca más volví a ella.

Después de tanto correr, yo no quería regresar, ya mi vida había tenido demasiados matices infernales como para seguir aguantando, cual mártir, todo nuevamente, ya no. Mi mamá se dio a la tarea de buscarme colegio nuevo y por fin, mi mamá vio que yo era una chica deprimida, muy sola, y que no era feliz, ni en el colegio, ni en la casa, ni conmigo misma...y que ella se había dedicado a vivir su propia tristeza sin ver la mía (porque ella estaba pasando por la menopausia justamente) y tomó la decisión de emergencia, y un día me dijo..."nos vamos a mudar de casa, vamos a cambiar todo, vamos a empezar de cero", para esto...el ausente de mi papá se hizo más ausente que nunca, no lo volví a ver sino hasta 6 años después.

Al ser ya febrero, en muchos colegios particulares ya no habían cupos, y alguien, un conocido de la familia dió la idea..."oye, podrías inscribirla en tal colegio, yo soy amigo de la directora, y por ser mi sobrina le dará una vacante para ella", y era nada más ni nada menos que un colegio nacional, un bendito colegio público, yo jamás había estado en colegio público, pero...eso ya no dependía de mí, si no de mi mamá, y lo iba a hacer quiera o no.

Y si...lo escogió, me inscribió en aquel colegio estatal, un colegio gigante, aun más grande que el anterior, y para sumarle a los males...no habían ya cupos en el turno de la mañana, asi que me inscribieron en el turno de la tarde...por la puta madre. -"Si he sido un casi parásito en el colegio anterior, con estas chicas que son más vivas, estas me comen, de ahí no saldré viva"- y en si, tuve que esperar hasta el inicio de clases, mientras tanto, me iba adaptando a mi nueva casa, a mi nuevo barrio, a todo nuevo, y por fin, en este barrio nuevo, empecé a tener amigos de mi edad, la cosa venía bien.

Cuando cumplí 15 años, yo no quería hacer nada, por lo pasado en el colegio anterior, estaba con síntomas de depresión, y casi casi a la fuerza, mi mamá y mis tías, hicieron una fiesta, de la cual, intenté disfrutar por darles el gusto, pero en realidad, hubiese preferido pasarlo desapercibido, como cualquier día, y al final de la fiesta, terminé conversando y tomando mi primera cerveza con el vigilante...una chica peculiar.

En fin,...tiempo de empezar en el nuevo colegio, eso, en otro post.



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